La luz de la Luna ilumina el camino, que serpentea siguiendo el curso del riachuelo. El cielo nocturno está despejado, pero una densa neblina cubre la cima del monte, a donde os dirigís. El fuego de las antorchas y la compañía de la gente no consiguen calmar tus nervios, aunque sabes que tras tantas desapariciones era necesario actuar: hay que matar a esas brujas.
Empezáis a subir por el monte y os rodea la niebla. De pronto una ráfaga de viento apaga vuestros fuegos y escucháis la indistinguible risa de una de ellas. En el pueblo se cree que son hasta cinco las hechiceras que habitan la cueva de la montaña, pero es probable que hayan llamado a más brujas para celebrar uno de sus encuentros diabólicos. Seguís andando empuñando con fuerza las hoces y las lanzas hasta que os dais cuenta de que cada vez sois menos. La niebla no permite ver qué ocurre, pero con cada paso que avanzáis el grupo disminuye. Te parece oír el vuelo de las escobas, y cuando llegas a la cima estás completamente solo. Entonces la neblina blanca se levanta y miras hacia atrás, observando horrorizado el camino lleno de las armas y antorchas de tus compañeros. No queda ningún cuerpo ni rastro de nadie....Avanzas bajo esa Luna gigante y encuentras la entrada de la caverna. El resplandor de una hoguera llega hasta el exterior, y se escucha una conversación que no consigues comprender. El borboteo de una especie de caldo y las pisadas de las hechiceras te ayudan a imaginar la escena. Sacas la espada que guardabas en el cinto y te llenas de valor para dar el primer paso, que resulta caer sobre la espalda de un pequeño sapo verde. El croar del anfibio resuena entre las paredes húmedas de la cueva y tu metal se te desliza entre las manos por el sobresalto. Sin tiempo para reaccionar te agachas para recoger la espada, y al incorporarte tienes frente a tus ojos el rostro viejo y lleno de arrugas de una bruja que te sonríe.
....El sendero mágico
Empezáis a subir por el monte y os rodea la niebla. De pronto una ráfaga de viento apaga vuestros fuegos y escucháis la indistinguible risa de una de ellas. En el pueblo se cree que son hasta cinco las hechiceras que habitan la cueva de la montaña, pero es probable que hayan llamado a más brujas para celebrar uno de sus encuentros diabólicos. Seguís andando empuñando con fuerza las hoces y las lanzas hasta que os dais cuenta de que cada vez sois menos. La niebla no permite ver qué ocurre, pero con cada paso que avanzáis el grupo disminuye. Te parece oír el vuelo de las escobas, y cuando llegas a la cima estás completamente solo. Entonces la neblina blanca se levanta y miras hacia atrás, observando horrorizado el camino lleno de las armas y antorchas de tus compañeros. No queda ningún cuerpo ni rastro de nadie....Avanzas bajo esa Luna gigante y encuentras la entrada de la caverna. El resplandor de una hoguera llega hasta el exterior, y se escucha una conversación que no consigues comprender. El borboteo de una especie de caldo y las pisadas de las hechiceras te ayudan a imaginar la escena. Sacas la espada que guardabas en el cinto y te llenas de valor para dar el primer paso, que resulta caer sobre la espalda de un pequeño sapo verde. El croar del anfibio resuena entre las paredes húmedas de la cueva y tu metal se te desliza entre las manos por el sobresalto. Sin tiempo para reaccionar te agachas para recoger la espada, y al incorporarte tienes frente a tus ojos el rostro viejo y lleno de arrugas de una bruja que te sonríe.
....El sendero mágico